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miércoles, 27 de noviembre de 2013

7. EL HOMBRE


Ya no podía hablar, el hombre, tendido como estaba en los huesos sobre el camastro aquel; todavía me acuerdo, alrededor su mujer tapándose la cara, el médico, que ya se iba, y el cura, que acababa de entrar; dos de sus hijos en un segundo plano, ya mayores, miraban con pena, y entonces, el moribundo levantó la mano todo señas y huesos indicando que se acercara el mayor. El tipo, un hombretón ya con poco pelo, bajó la cabeza cuanto pudo por si podía pescar alguna vibración reconocible en aquel hilo de voz, y entonces, la temblorosa mano del padre, rozando por detrás la oreja de su primogénito, obró una vez más el milagro, sacando para él una dorada chocolatina.
 

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